
Por Ricardo José Ferrer (*)
El Kirchnerismo tiene como método el de trabajar aislado, confiar solo en un puñado de amigos y tomar decisiones autocráticas. Este método le sirvió al matrimonio para neutralizar a la oposición, al sindicalismo y al empresariado; pero principalmente para acumular enorme poder. Néstor comenzó su presidencia prosiguiendo con los beneficios de las medidas económicas llevadas a cabo por su antecesor, y hasta con el mismo ministro de economía, medidas que llevaron un gran alivio a la sociedad golpeada por la crisis del 2001. Es por eso que se le perdonó su estilo prepotente de gobernar, el ninguneo a cualquier adversario político y hasta a los socios en el mundo. Esta situación duró hasta el triunfo electoral de su esposa, pues al poco tiempo de asumir los datos de la realidad comenzaron a serle adversos. Y no solo no puso en marcha la concertación ni el diálogo con las fuerzas políticas, sociales y económicas, sino que endureció aún más las prácticas aislacionistas, seguramente apoyada por su marido quién nunca pareció querer abandonar el poder. El doble comando se convirtió en monocomando; pero no en manos de la presidenta, sino en las del ex presidente; y así Cristina delegó en él y en el grupo de colaboradores que tienen desde siempre, la conducción del gobierno, creyendo que de ese modo continuarían acumulando poder; pero no fue así, al estallar la crisis del campo todas las falencias de la administración de Cristina y como las de Néstor salieron a superficie, una de ellas, y la peor de todas, la falta de diálogo y consenso. Ya se vislumbraba la crisis global; pero igual anunció el pago total de la deuda con el Club de París. No obstante siguió con las noticias descolocadas, así la presidenta dijo en Nueva York que se iba a pagar a los enojados bonistas. Evidentemente desconocía lo que ya todo el mundo sabía: que estaba por estallar la peor crisis financiera mundial. Las dos noticias quedaron desubicadas o mejor dicho descolocadas en un planeta que se veía urgido por ahorrar dinero más que por soltarlo. Cristina, dada su falta de información, fue más lejos. En el púlpito de la Asamblea de las Naciones Unidas, además de vanagloriarse de los logros económicos y de la presunta estabilidad argentina, frente a la enfermedad gravísima que estaba acusando la primera potencia mundial, a la que calificó de efecto Jazz. Parecía como que la presidenta creía que el mundo finalmente le daba la razón a ella y a su marido, y que caídos los Estados Unidos y las potencias Europeas, la Argentina emergería con oportunidades inéditas para consagrar para siempre al matrimonio Kirchner como los más hábiles para manejar la política y la economía. Pero, muy pronto la realidad les cayó encima, y vieron que la historia no era como ambos la estaban leyendo. A partir de ese momento volvieron a recurrir a las decisiones apresuradas, inconsultas; así, por ejemplo, Cristina manifestó que “ahora no se le pagará a nadie”. También advirtieron (por todos los del gobierno) que la caída de los más grandes arrastrará inevitablemente a los más pequeños. Entonces era la hora de pensar como capear el tsunami del que el gobierno argentino se sentía exento. Entonces se armó entre gallos y medianoches un comité de crisis, con no más que el puñado de colaboradores de siempre, excluido el ultrakirchnerista, convertido hoy en extrahirchnerista Alberto Fernández. De apuro comenzaron a delinear medidas en la búsqueda de sortear lo que se venía. Así a confirmar que ya no es tiempo de derroche en subsidios a entidades amigas; de anuncios de obras faraónicas, como el “tren bala”; de dar regalos a los amigos y venganzas para los enemigos. El problema era como salir de la encerrona en que se habían metido, después de tantos gestos destemplados para con los sectores de los que hoy deberían requerir ayuda y colaboración. Todos los países del mundo comprendieron que de la crisis no se sale sino de una forma, “actuar de forma mancomunada” y dentro de las naciones, con consenso, diálogo y discusión con todos los sectores que participan en la producción, en la actividad política y en la sociedad. Ahora bien ¿estará dispuesto el gobierno kirchnerista a requerir consejos, analizar recetas, a consensuar medidas que eviten el derrumbe que nos amenaza a todos? Es hora de que sepan que el aislamiento fue y es la peor opción. Deberán enfrentar algo no querido por el matrimonio, más bien rechazado, “el de hacer un profundo replanteo”, si es que aspiran a sobrevivir. El viaje a Cuba y Venezuela al mismo tiempo de la asunción de Obama, es ¿una desprolijidad? ¿Una irresponsabilidad? ¿Es buscar el enfrentamiento con los Estados Unidos? Que nuestro raciocinio haga la evaluación de esta conducta de la presidenta y/o del gobierno y/o de los asesores y/o de su marido, a esta altura de los acontecimientos es bueno para nuestra salud hacerlo.
Los argentinos debemos entender que la historia es la maestra de la política, razón por la cual tenemos que aprender de ella, leyéndola, para ver lo que pasó para atrás, de esta manera vamos a entender el presente y poder ver el final, que podríamos llamar futuro. Con este o cualquier otro gobierno, debemos preguntarnos ¿A que país nos llevan? ¿Es al país en el que nos encaminamos al que queremos ir? ¿Que modelo económico queremos? ¿Con que gobiernos extranjeros queremos relacionarnos? ¿Con todos? ¿Solo con aquellos al que nos lleva el actual gobierno? ¿Qué salud pretendemos? ¿Que educación? ¿Qué País queremos para los próximos 50 años? ¿Sabe el gobierno lo que está haciendo? ¿Sabe hacia a donde rumbea? La respuesta está en la historia de cada partido político y/o en la de los políticos que nos gobiernan y/o en la de los que están en el gobierno con los que nos gobiernan. En nuestro caso particular “en el matrimonio Kirchner y su puñado de amigos”. Que no tienen un pensamiento de liberación y de integración, sino de enfrentamiento, de revancha, de venganza, etc. Entonces con base en lo dicho en estos dos últimos párrafos debemos reflexionar, y ratificar o rectificar el camino que estamos siguiendo o los cambios que hay que asumir o hacer, con mucho respeto y responsabilidad. Porque sino nos estaríamos engañando. Tenemos que pensar y analizar como se están haciendo las cosas. Si optamos por los cambios, debemos saber que siempre son dolorosos, pero éstos nos darán la oportunidad de descubrir que va a ser de la Argentina. Si va a ser más eficiente, por ejemplo con el agro, con los industriales, con los ganaderos, con los empleados públicos, etc., si aumentará más la cooperación público-privada, si se escuchará a la oposición, si el congreso funcionará como un verdadero poder independiente, representando a los votantes, y no pidiendo o cumpliendo instrucciones del ejecutivo, si tendremos un poder judicial no contaminado (no comprometido). Pues de lo que no hay duda es que estamos entrando en una crisis global fenomenal, que no la vamos a poder evitar, y no por porque lo dicen analistas, economistas, ministros o presidentes de todas las latitudes, sino porque ya se está sufriendo una situación que se está extendiendo por todo globo, ya le está pegando a todos los países, entre los cuales también está el nuestro. Entonces para poder enfrentarla tendríamos que reconocer que la crisis, como ya está entre nosotros, es un baño de realidad para el país.
*Abogado. Profesor adjunto de Derecho Tributario y Derecho Financiero de la Universidad Católica de La Plata hasta el mes de Abril de 2008.
Los argentinos debemos entender que la historia es la maestra de la política, razón por la cual tenemos que aprender de ella, leyéndola, para ver lo que pasó para atrás, de esta manera vamos a entender el presente y poder ver el final, que podríamos llamar futuro. Con este o cualquier otro gobierno, debemos preguntarnos ¿A que país nos llevan? ¿Es al país en el que nos encaminamos al que queremos ir? ¿Que modelo económico queremos? ¿Con que gobiernos extranjeros queremos relacionarnos? ¿Con todos? ¿Solo con aquellos al que nos lleva el actual gobierno? ¿Qué salud pretendemos? ¿Que educación? ¿Qué País queremos para los próximos 50 años? ¿Sabe el gobierno lo que está haciendo? ¿Sabe hacia a donde rumbea? La respuesta está en la historia de cada partido político y/o en la de los políticos que nos gobiernan y/o en la de los que están en el gobierno con los que nos gobiernan. En nuestro caso particular “en el matrimonio Kirchner y su puñado de amigos”. Que no tienen un pensamiento de liberación y de integración, sino de enfrentamiento, de revancha, de venganza, etc. Entonces con base en lo dicho en estos dos últimos párrafos debemos reflexionar, y ratificar o rectificar el camino que estamos siguiendo o los cambios que hay que asumir o hacer, con mucho respeto y responsabilidad. Porque sino nos estaríamos engañando. Tenemos que pensar y analizar como se están haciendo las cosas. Si optamos por los cambios, debemos saber que siempre son dolorosos, pero éstos nos darán la oportunidad de descubrir que va a ser de la Argentina. Si va a ser más eficiente, por ejemplo con el agro, con los industriales, con los ganaderos, con los empleados públicos, etc., si aumentará más la cooperación público-privada, si se escuchará a la oposición, si el congreso funcionará como un verdadero poder independiente, representando a los votantes, y no pidiendo o cumpliendo instrucciones del ejecutivo, si tendremos un poder judicial no contaminado (no comprometido). Pues de lo que no hay duda es que estamos entrando en una crisis global fenomenal, que no la vamos a poder evitar, y no por porque lo dicen analistas, economistas, ministros o presidentes de todas las latitudes, sino porque ya se está sufriendo una situación que se está extendiendo por todo globo, ya le está pegando a todos los países, entre los cuales también está el nuestro. Entonces para poder enfrentarla tendríamos que reconocer que la crisis, como ya está entre nosotros, es un baño de realidad para el país.
*Abogado. Profesor adjunto de Derecho Tributario y Derecho Financiero de la Universidad Católica de La Plata hasta el mes de Abril de 2008.
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