18 de julio de 2010

Reportaje a un Argentino que cuenta una verdad que debemos meditar

Cuando Caminaba por la vereda de la Plaza San Martín, frente a la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, sobre calle 6 entre 51 y 53 de La Plata, me encontré con muchas personas haciendo un reclamo, específicamente al Gobernador Daniel Scioli. Cuando llegué a la esquina de calle 53 y 6, se me acerca un señor que estaba en la movilización y me pidió un cigarrillo, le respondí que no fumaba; pero aproveché para preguntarle que estaban reclamando, me respondió, “un aumento del monto de los planes sociales”, enseguida le pedí si podía charlar sobre el reclamo, si me podía contar como era su vida, pensó unos segundos y me dijo que me lo cambiaba por un atado de cigarrillos de cualquier marca, y me condicionó a que no me iba a decir su nombre y que debía ser en otro lugar, a lo que accedí, y le pregunté si podía ser en un café, no hay problema me respondió si se podía fumar, eso sí que es un problema le dije, pues no se permite fumar en ningún café, por lo tanto, le propuse que le compraba los cigarrillos se fumara uno y luego íbamos a un café, y accedió diciéndome que no iba a llevar mucho tiempo, y así fue que fuimos al café El Parlamento en calle 7 esquina 51, y mi sorpresa fue, cuando trajeron los cafés que le preguntó al mozo si lo dejaba fumar, respondéndole, que se permitía en ese lugar, y encendió otro cigarrillo. Le pregunté si podía grabar la conversación, no tengo problema me contestó, mientras no saque fotos. Le dije voy a prender el grabador, cuando lo haga comience a hablar, y así fue, encendí el grabador y comenzó diciendo:

“Hola, permítanme presentarme, soy un negro habitante del conurbano bonaerense, aunque bien podría estar viviendo en alguna de las villas de la Capital Federal. Esa cuestión no importa. Soy bastante bruto porque no me eduqué bien, y tampoco me interesó demasiado hacerlo y por supuesto, no lo pienso hacer.

No he cumplido muchos años de vida pero ya tengo 5 pendejos, por los cuales, gracias a gente como usted, cobro $ 900 en concepto de Asignación Universal por Hijo.
A eso hay que sumarle mis $ 1.000 por un Plan Argentina Trabaja, más los $ 150 de mi señora por un Plan Trabajar, que se multiplica dado que vivo con mis suegros, que tienen otros 2 Planes iguales. Lo que suma en total un importe de $ 2.350.

Todo eso me viene absolutamente gratis, ya que ninguno trabaja, y lo cobro alegremente en los cajeros.

¿La casa? La tomé, o me la regalaron, da igual. A eso hay que sumarle alguna changuita que me hago cuando el puntero peronista me convoca y voy a vociferar a la vía pública la marcha peronista en apoyo a Cristina, llevando conmigo un palo o un fierro amenazadoramente. Muchas veces nos tapamos la cara con pañuelos o pasamontañas, y eso nos hace sentir más fuertes y seguros.

Desde ya que de trabajar, nada. No trabajo. ¿Para qué, si con lo mencionado me alcanza y me sobra?

No pago ningún impuesto, me subsidian la electricidad y el gas, me dan bolsones de comida, calzo zapatillas Adidas de $ 800, (me las muestra) veo Direct TV, y además estoy enganchado a Cablevisión, y mi celular es de última generación. Eso me da mucho tiempo de ocio que aprovecho para ir a la cancha a divertirme, romperle la cabeza a un antagonista o a un policía (¡¡¡ Cómo odio a estos últimos...!!!), emborracharme, y mostrar mis ostentosos tatuajes.

Me gusta romper los trenes, las plazas, las bolsas de basura y hacer pintadas en algún edificio público”. Le pregunté porque le gusta hacer eso, y que piensa de esos espacios que son públicos para su uso por todos, me contestó “ellos no forman parte de mi vida”.

Seguidamente sin esperar respuesta siguió con su relato, yo me impuse no interrumpirlo, pués tuve la sensación de que no le gustaba que le hagan preguntas: “En la heladera tengo una amplia cantidad de vinos y cervezas. En una cajita guardo el paco y la merca.

De mi pared cuelga un póster del Che Guevara. No sé muy bien quién es ni lo que hizo este barbudo pero yo lo admiro porque me siento parte y protagonista de algo.

De la alimentación de mis vástagos, se ocupa la escuela pública; y si alguna maestra se atreve a querer disciplinarlos, allí estaré yo para pegarle una trompada. ¿Quién se cree que es?

A veces los llevo a las marchas para que vayan absorbiendo esta cultura, a la que llaman piquetera, y a veces los uso como escudos humanos si los ratis se ponen pesados.

Mi vida transcurre entre cogidas con mi jermu, alguna compañera de las marchas, o cualquier puta de Constitución.

Debo confesar que a veces también miro a mis hijas con otros ojos. ¡Eh!, me dice. No me juzgue, porque al fin y al cabo son mías. Yo soy su padre.

A veces me pega mal la merca y salgo a hacer algún hecho, entiéndase a afanar. Prefiero como víctimas los pendejos que salen de la escuela o los jubilados, porque esos no saben defenderse. Es fácil.

Si se me da por trabajar, lo hago sólo por unos días y nunca trabajo los lunes. Es San Perón. El tema es que no puedo trabajar en blanco porque pierdo los planes sociales y eso es mala palabra para mí.

Las jodas comienzan los viernes, sacó mis potentes bafles, hago sonar pibes Chorros o El Polaco y comienzo a fumar y otras yerbas.

Asado todos los fines de semana, y dada la resaca, los lunes duermo hasta tarde.

Si existe algo que me perjudica o no me gusta, salgo con los compañeros a cortar calles, vías y siempre tengo un arsenal de piedras para repartir a quien le moleste.

Gracias a los imbéciles que trabajan y pagan sus impuestos yo puedo seguir adelante con mi cómoda vida.

El Estado me garantiza libertad de acción y si caigo a la Tumba (entiéndase prisión) por algún motivo, sé que las benignas leyes y los derechos humanos, me amparan.
Este sistema es un paraíso para mí, y siempre ellos tendrán mi voto. Y como cada día somos mas, gracias a que no hacemos otra cosa que darle a las negras, estos políticos seguirán gobernando. Y si por casualidad llegaran a caer, me encargaré por todos los medios de sostenerlos en el poder.

No tengo mucho más que decir. Se acerca el fin de semana y ni hablar. Y además comienza el mundial.

Sacaré a relucir mi camiseta de $ 400 y la bandera argentina, se ríe. Si el creador de la bandera supiera que todo su trabajo, tesón y renunciamiento sólo sirvieron para que yo existiera, se volvería a morir.

¡Qué me importa! Además ese Belgrano (creo que así se llamaba), era rubio y tenía ojos azules. ¡Qué asco!

Me importa lo mismo que me importas vos, me dice, y ni hablar si son blancos como vos. Si sos blanco, te odio más, disculpame. Por eso, cada vez que me mires de costado y arrugues la nariz, cada vez que una negra embarazada esté a punto de parir, cada vez que te corten una calle o una vía, o te rompan la vereda, te ensucien, te pinten la casa, no te dejen dormir con la música, te afanen, te pisen, te escupan, tenés que recordar que yo existo gracias a vos y a los impuestos que pagas. Bueno, ya cumplí, a lo mejor nos encontramos de nuevo, chau”. Se levantó y se fue en dirección a la calle 6 entre 51 y 53.

Esta entrevista fue la editorial del día 7 de Julio de 2010 en el programa “El Tiempo de Hoy” que conduzco por la Radio FM Platense -89.9- los días miércoles de 20 a 22 horas.-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto fué verídico?!