10 de octubre de 2009

Argentinos peor que el olvido es la ceguera

La República Argentina es un país de gran belleza y digno de muchos interrogantes que no son fáciles de responder.
Se trata de un país enigmático y misterioso, contradictorio e impredecible. Los argentinos solían ser gente muy culta y consciente de su situación, valoraban sus recursos y más de una vez dieron al mundo un ejemplo con su profunda cultura y su espíritu abierto a todo tipo de diálogo. Cosas que hoy, en pleno siglo XXI han desaparecido sin explicación racional alguna. La vida en la Argentina se ha transformado en algo riesgoso y delicado, algo parecido "al lejano oeste norteamericano". La economía no encuentra un rumbo creíble y la estabilidad política, hoy una vez más, está seriamente comprometida como consecuencia de los recientes y sucesivos gobiernos corruptos e indolentes.
El robo, el vaciamiento del Estado a través de las privatizaciones, la inestabilidad monetaria, el desmantelamiento de sus sistemas de defensa nacional, el muy bajo presupuesto para la educación y la salud pública, la emisión desmedida de moneda, el enorme déficit fiscal encubierto por el gobierno y las estructuras mafiosas que hoy tienen el poder, hacen que no podamos ver en la Argentina más que desconfianza y descreimiento. Ha dejado ya de ser un país creíble y confiable; su contradictoria política exterior disgusta sobremanera a aquellos países de la Unión Europea que hasta no hace mucho albergaban esperanzas de que la Argentina fuera un país en serio.
Ni siquiera los medios de comunicación argentinos informan toda la verdad de lo que está aconteciendo, así sobre el incremento desenfrenado de la inflación, el aumento vergonsozo de la pobreza, la suba cada vez mayor de sus monedas referenes (dólar y euro), la imparable tasa de desocupación y subempleo, el trabajo en negro que crece en forma alarmante, los ingresos cada vez más bajos o estancados en estructuras de paridad propias de hace diez o quince años atrás, y ahora la enorme crisis productivo-institucional del uno de los sectores verdaderamente productivos del país: la agricultura.
Si bien la Argentina fue un país industrial; hoy su única y verdadera fuente de subsistencia es la producción agropecuaria y la exportación de productos primarios. Los gobernantes actuales han instaurado hoy en este país un modelo autoritario y meramente electoralista, basado en la corrupción, que está llevando a nuestro país al límite, está en las puertas de su propia autodestrucción. La violencia está latente en cada sector que se ve perjudicado por el accionar del gobierno de Cristina Fernandez y su marido, el ex presidente que oficia de Primer Ministro de facto, es quien domina la economía y los grupos sindicales y gremiales que operan de forma mafiosa a través de pactos y acuerdos clandestinos que perjudican cualquier acción ciudadana.
Lo más impactante de toda esta situación, es que me hace pensar sobre la posibilidad de un futuro estallido social, que creo que se avecina en un corto o mediano plazo.
Es más que evidente que vamos a enfrentarnos a esta circunstancia. Es algo que los argentinos ignoramos. Ni los propios medios de comunicación, sean radiales, televisivos y escritos, informan. ¿Quizá porque también están ciegos o lo ignoran?. No hablo de golpe de estado ni de dimisión, sino de rebelión social y civil de sectores que ya muestran cada vez más su comprensible hartazgo e impotencia; sectores que en épocas anteriores pertenecían a la clase media; sectores que fueron los verdaderamente productivos en épocas pasadas y que hoy se encuentran totalmente desprotegidos y atacados sin motivo racional alguno. Es realmente preocupante, muy preocupante.

Desde la Unión Europea se observa con preocupación, esta paulatina y lenta desintegración de esta Argentina de hoy.
De ahora en adelante sólo el pueblo argentino tiene en sus manos la decisión de cómo afrontar los acontecimientos que vendrán.